Mentirosa

Media verdad,  media mentira. Siempre cuento que Wassim al Dabbag fue el mejor polvo de mi vida. Nunca cuento que fue aprovechando que Fernando, al que quise más que a mí, estaba de gira.
No fue sexo de resarcimiento. Me gustaba el flaco, me dolía. Me gustan los hombres que cortan un poquito. Los que albergan cierta dosis de veneno. Esos que no son de fiar. Igual que me gustan los gatos con las uñas afiladas. A falta de pasiones alegres, son las penas, los dolores, no las pasiones tristes, las que me recuerdan que estoy viva. 

Ante la anomia de la calma, trabajo con mujeres que viven al amor o a la muerte. Buscan lo que no encuentran, se quedan, retornan, regresan donde duele. A veces, empujadas por las circunstancias más básicas de la supervivencia, otras por un elemento más profundo: La certeza de existencia. Entender el dolor es un oficio. 

Reflexiono ahora que se me están agotando los amores, yo que amaba tanto, tan fuerte, a tanta gente... Yo, que amaba también a matar o a morir, que profesaba además en todos los amores, en los cantos a la amistad romántica y la filantropía pánfila del "omnia sum comuna". Yo que creía, de verdad, que llevábamos un mundo nuevo en nuestros corazones...

No puedo dormir. Me despierto con un peso en el pecho que arrastro durante días, encorvándome la espalda, impidiéndome la ingesta. No puedo pensar. Me he dejado varias veces las llaves de casa, me he caído, he golpeado el coche. Ya no se contar con los dedos. Me irrito. Solo con ellas, recupero la calma. Su dolor se lleva el mío, desaparezco, saco todo lo que llevo dentro para que sean ellas las que entran con esas tragedias más grandes que yo. Donde ellas están yo no existo. Pero amanece y vuelve la estructura, la burocracia, la violencia de la norma que nos jode el café del desayuno. 

-Es que me ha mentido.
-Todo el mundo miente. Tú también, especialmente ahora que finges no mentir. Ella miente porque es su forma de sobrevivir, de protegerse, es lo que ha aprendido en tantos años de grito y fuego. 
-Pero a nosotras no puede mentirnos, es peor para ella. 
-¿Porqué? ¿No eres la "autoridad"? ¿No tienes en tu mano el poder de darle o quitarle el poco parapeto que le queda? ¿Qué te hace creerte tan importante para pensar que es a tí y no al sistema al que trata de esquivar?

Yo no soy una persona, soy una herramienta, un instrumento de la escucha, un traductor de los sentires, unos brazos contratados para acoger  a quien no abraza nadie. Es mi oficio. Mi oficio es la despersonalización, la disociación, la inexistencia. 

-El enfermo es egoista-decía Fernando-solo puede pensar en su propia enfermedad. Fernando es el hombre más inteligente de la tierra. ¿Cómo no amarlo, si brillaba como una galaxia?- A ti te sobra algo de lo que yo adolezco: La compasión.-Fernando nunca me ha querido. Fernando siempre me ha conocido. Fernando siempre tiene razón. Dejé de amarlo pero me quedó su voz. -No se te puede querer, solo usarte.- y me doy cuenta de es verdad. Desde entonces solo trato de ser útil, para no sentirme sola, para que alguien me mire y recibir alguna sonrisa, rescoldo de felicidad ajena. 

No hay que pensar así. Hay que tener amor propio, no en el sentido de la dignidad, ni de la lealtad, ni los principios. Hay que saber defenderse, protegerse, fingir, salvar los muebles. -Ponte primero tú.- dice mi madre. Pero yo no existo sin el resto. Como las ratas, no soy un animal, soy multitud. Tal vez por eso hago bien mi trabajo. Porque mis consejos van desde las vidas de los otros, desde los ojos de los otros. Anacrónica. Ahora todo es individual, capitalista, líquido. 

Individuales los dolores y las necesidades, las demandas y las perspectivas. Por eso dicen tan fácilmente quien debería hacer qué, de qué manera, en que tiempo y forma y modo, sin parapeto, sin explicaciones. Como si la violencia, la pobreza, los delitos, la miseria, no tuvieran un peso estructural, como si todo el mundo naciera igual, neutro, neurotípico, en un contexto lacio que no empuja ni al frío ni al calor, todo templado, como si la gente pudiera cambiar las cosas con quererlo... Puro wishfull thinking. No puedes dejar de ser pobre, no puedes ser más alto, a veces no puedes controlar la ira, ni el miedo, ni la angustia. El otro tampoco, pero el otro es un personaje secundario, atrezzo en tu vida, un elemento externo y flotante que no necesita comprensión. Por eso es fácil vivir para la gran mayoría. Caminar justificando el error propio, condenando el ajeno, desde una reconversión de la moral cristiana. Se peca de pensamiento, acto u omisión. Se peca igual en todas circunstancias. Su respuesta es escolástica, aritmética, pero reducida a dos factores. -Las variables de lo humano son prácticamente infinitas.-Eso solo importa para el Yo. El resto no , el resto es un fantoche. 

Escribir es tirar una botella al mar, con la esperanza absurda de, algún día, encontrar contemporáneos. 

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