El Monstruo Moral

 Monstruo: Del latín monstrāre
Lo que debe enseñarse

Lo que debe ser visto

Monstruo como fenómeno

Monstruo como rareza

Monstruo como exceso




El monstruo moral es un signo de nuestros tiempos, del narcisismo de nuestra época. Es un fenómeno de la narrativa de ficción, es decir, de la autobiografía. El monstruo moral se autopercibe como un ser especial, distinto, pero sobre todo, estrictamente ético. Considera que su existencia es, por tanto, un prodigio a mostrar, una guía deontológica para exponer al mundo. 

En realidad, el monstruo moral es un ególatra con una clara amnesia selectiva: ignora sus errores y sus culpas, sus propios defectos, sus miserias, esas cosas tan mundanas y comunes vinculadas a la complejidad de la existencia. 

El monstruo moral es un columnista de opinión, un tuitero crecido a likes, el que siempre lleva la pancarta, un activista al que le gusta oírse y que monopoliza el discurso asambleario, un escritorzuelo de sí mismo que siempre se muestra víctima inocente y nunca arrastra su imagen por el fango. El monstruo moral, muy a menudo, es un imbécil con ínfulas de santo que maneja el discurso y no la praxis. Un beato, un fariseo que señala, el que tira la primera piedra para lavar sus pecados en el escarnio de los otros. Porque el monstruo moral es, necesariamente, autoindulgente. Solo tiene piedad para sí mismo y justifica todas sus crueldades estrangulando a la ética y los hechos mientras busca, con escrúpulo en exceso, el defecto, la grieta de los otros, para lanzar un veneno despiadado disfrazado de buenas intenciones.

El monstruo moral es una bestia que nos está arruinando la política, los movimientos sociales, la justicia y lo que es peor: La literatura.

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